Qué no daríamos por una hora más con quien ya no está, qué no daríamos por no sentirnos ni ser los culpables de su ausencia.

El día después.

 ¡Hola de nuevo!
 
 Hay algunas novedades en mi vida que me apetecía compartir con cualquiera que por accidente o despiste termine aquí, sobre estas líneas, al otro lado de mi.

 Llevaba mucho tiempo sin dejarme "ver", pediría disculpas si no fuese porque he estado entretenida viviendo y a éstas alturas ambos sabemos que no hay nada más importante que eso.

  Con veintitrés años, hace cuatro y medio, fue mi primer día del que hasta ayer era mi trabajo.
  Durante éste tiempo he crecido lo suficiente como para saber que me queda todo por aprender. Si tuviera que destacar algo de los últimos años sois la gente, lo jodidamente maravillosos que podéis llegar a ser los desconocidos y sin lugar a dudas me quedo con una de las mejores ventajas que tiene el haber sido taxista y es la vista privilegiada que te condece el retrovisor de los ojos de cualquiera.

 Me guardo con cariño los piropos y besos que he recibido de los abuelos de otros, los miles de kms recorridos, las historias que he oído y no me atrevería a repetir, las que no me atrevo ni a imaginar, la admiración, el respeto y el cariño mutuo que he sentido por muchos y me guardo Madrid, sus calles, sus personas, sus atascos, sus impresionantes atardeceres y otras tantas miles de cosas que la han convertido irremediablemente en una de las mejores partes de mi.

 Pensaba que nunca llegaría pero aquí está, es el momento de arriesgar, de luchar por lo que siempre he querido y esforzarme como nunca lo he hecho, por ahora no puedo contar mucho más pero lo que sí os diré es que estoy tan cagadita de miedo como feliz.

 Gracias por compartirlo conmigo y por favor no dudes en contarme que tal te va a ti en este mundo de adultos.

 Un abrazo de los buenos, de los sin prisa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario