No te miro, yo te aprendo.
 Contemplo irremediablemente 
tu gama de colores, texturas y dialectos, 
sin lograr controlar el deseo irrefrenable 
de sumergirme por completo en todos ellos. 
 Como quien de noche,
en un impulso de locura,
se despoja en la orilla de su ropa y sus vértigos
y desde el más alto de los acantilados 
se zambulle en el agua fría y oscura,
con el cuerpo desnudo,
los miedos al día
y las ganas repletas de ti.
        
                                                                
 
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