Tengo miedo, tanto miedo que me persigue, me acorrala y me asusta.
Ésta vez no se trata de pérdidas, recuerdos ni heridas, de noches oscuras ni tormentas fulminantes, no son monstruos bajo la cama ni sobre ella tampoco, no es temor a lo desconocido, ni siquiera a la confirmación de mis peores sospechas.
Ésta vez, como tantas otras, mi miedo tiene perfume de mujer pero no de cualquiera, ahora, hoy, mi miedo tiene mi nombre, mi cara, mis manos y mis pies.
Apostarlo todo en una sóla jugada, a un número, envidarlo a un único color es arriesgado pero cuando la apuesta es por uno mismo, cuando tú eres todas las variantes concentradas en una, conviertes un mero pasatiempo en un juego peligroso, probablemente mortal y eso indudablemente da mucho miedo, tanto miedo que asusta.
¿Qué te hace dudar?
ResponderEliminarTe ofrezco un trato ¡te lo cuento si me dices quien eres!
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