Qué no daríamos por una hora más con quien ya no está, qué no daríamos por no sentirnos ni ser los culpables de su ausencia.

N, S, E, O.

  No puedo creerme que estés aquí, conmigo, sobre el colchón anhelante, bajo las sábanas blancas de hilo y yo desde la otra punta, desde mi cuerpo repleto de envidia por ambos sólo acierto a admirarte, a deleitarme con tu delicada desnudez, a hipnotizarme con el movimiento ascendente y descendente de tu pecho y su respiración, quien a paso lento me aleja de la consciencia.

 Llegado éste punto poco importa ya nada de lo que ocurra más allá de tus cuatro puntos cardinales.

 Al norte tu pelo, liso, casi claro, te cubre medio rostro y no le culpo. Tus ojos aun cerrados, sellados por largas pestañas que iluminadas por el sol hacen sombra en tus párpados. Mejillas tersas, barbilla firme, labios carnosos, relajados como quien sabe que ha encontrado su lugar y decide quedarse para siempre, siendo para siempre todas y cada una de las siete vidas que le pertenecen.

Al sur dos piernas, largas, delgadas, seguras, repletas de miradas desconocidas y pasos firmes, disimulan algún que otro tropiezo sin tener que avergonzarse de ninguno. Tobillos finos, fuertes. Pies descalzos, suaves, bonitos, diez dedos equilibrantes.

En el este un brazo fino y fuerte se sabe diestro,  un hombro y una muñeca estrechos, dedos largos y expertos en tantas artes como batallas vividas y escritas. Medio ombligo redondo, pequeño. Un pecho, desnudo, cálido, esculpido por algún artista reconocido de otra época. Vientre, tripa y espalda lisos, tersos.

Al oeste todas tus partes izquierdas besábles, simétricas, cálidas, torpes, apacibles e inquietas, juguetonas, trastas y hambrientas laten aportando a sístole y diástole un significado hasta ahora desconocido.

 Y desde aquí, desde el otro lado de la cama, mientras me resulta imposible cuantificar el tiempo que todos mis sentidos podrían permanecer aprendiéndote, mis ojos se abren y tu cuerpo se desvanece.

 ¿Cuándo aprenderé que en mis sueños contigo mi negativa a pellizcarme resulta siempre infructuosa?

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