Qué no daríamos por una hora más con quien ya no está, qué no daríamos por no sentirnos ni ser los culpables de su ausencia.

Piel

Hay dìas que creo en las casualidades, las personas, las señales, la suerte y sus amuletos, el destino e incluso Dios, hay otros que por màs que busque no encuentro motivos ni siquiera para creer en mi.
Tengo claro que no es una crisis de fè ni una bipolaridad no diagnosticada, simplemente es la sinceridad de la vida, bofetadas dolorosas de realidad, necesarias e inevitables, que recuerdan tu fragilidad, te mantiene los pies en el suelo y derriban castillos en el aire, por grandes que sean.

La piel nos proteje de agentes externos, es el organo corporal de mayor tamaño, se arruga, estira, cambia de color y regenera, se puede considerar fascinantemente perfecta y aun asì algunas heridas prevalecen, cicatrices que al mirarlas nos recuerdan de por vida como ocurriò aquello, cuantos puntos de sutura fueron necesarios o el nombre que nos hubiera gustado saber y nunca supimos del enfermera/o que nos curò.
Los recuerdos, al igual que las cicatrices antigüas se ven pero no duelen, duele cuando se fabrican, con el tiempo nos enseñan, nos hacen ser quien somos, no repetir algunos errores y otros no dejar de cometerlos.

Definitivamente el ser humano me fascina.

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