Qué no daríamos por una hora más con quien ya no está, qué no daríamos por no sentirnos ni ser los culpables de su ausencia.

Finales

 Inconscientemente de cada día reservo unos minutos para ti, pienso, imagino e invento, sueño y me despierto fustigándome por haberlo hecho y lo que es peor culpándome por no poder dejar de hacerlo.

 Aceptar el pasado es fácil, basta con asimilar la idea de que no podemos cambiarlo, lo difícil es aceptar las consecuencias de lo vivido porque por muchas esquinas que doblemos ellas siempre nos pisan los talones.

 Cada día oigo tus pisadas a lo lejos y contra mi propia razón me escondo en cualquier callejón para verte pasar por mis recuerdos, unas veces más deprisa que otras pero siempre me detengo el tiempo necesario hasta leer entre tus andares un hasta mañana, sé que es cuestión de horas encontrarte sin que me busques.

 Hay miles de películas, de libros, obras teatrales y todos, absolutamente todos, cuentan con un principio, un desarrollo y un final, de todos ellos los únicos que pueden ser inesperados son los finales y por lo general los que más gustan son los que terminan mejor de lo que a primera vista se preveía.
 Lo que más me cuesta contigo es no haberlo previsto, aceptar cada día que de una historia común haya dos finales tan desconocidos y peor aun, aceptar que son dos finales, sin prorrogas ni segundas partes, únicamente dos finales.

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