Qué no daríamos por una hora más con quien ya no está, qué no daríamos por no sentirnos ni ser los culpables de su ausencia.

Torpes

 Torpes, el hombre es torpe por naturaleza, incluso el mejor pulso, las manos más fuertes tienen su momento de debilidad y fallan.

 Cuando algo se escapa de nuestro control es muy probable que alguien salga herido y no con una herida cutánea o superficial, más bien con el tipo de herida para la que todos los puntos de sutura son pocos y las tiritas meras pegatinas que contemplar.

Si nos cortamos soplamos, lo metemos debajo de el grifo, enrollamos con papel y apretamos, ¿quién no sabe que así se corta una hemorragia?.
Si nos damos un golpe apretamos fuerte la zona, dependiendo de la intensidad llegamos a usar las dos manos y respiramos hacia dentro apretando los dientes, escupimos todas las  maldiciones que se nos ocurren hasta que el dolor se atenúa y da paso a su correspondiente moratón.
Si te tuerces un tobillo cojeas, si recibimos un golpe en la cabeza la mano acude de inmediato, apretamos, nos la miramos, si todo va bien y no hay sangre volvemos a apretar haciendo movimientos rápidos mientras cerramos un ojo o los dos y seguimos con lo que estuviésemos haciendo.

 El cuerpo tiene diferentes reacciones para cada dolor pero cuando no hay sangre ni hematomas, cuando no hay nada que vendar ni hemorragia que cortar ahí esta el verdadero peligro.
 No hay fármacos, salas de urgencia ni inyecciones que curen ese dolor, da igual lo que nos haya producido el daño y cuanto deseemos superarlo, no importa que lo llevemos en secreto porque cuando la herida no se ve la cicatriz puede alcanzar un tamaño insospechado.

De vez en cuando, como si de algo físico se tratase, alguien nos roza nuestras heridas, aunque ya las creyésemos cicatrizadas, puede que vuelvan a abrirse o que simplemente escuezan un poco, soplaremos, apretaremos, la meteremos debajo de un grifo, maldeciremos e incluso llegaremos a cojear con la esperanza de que el dolor pase y la medicina avance tanto que sólo nos quede una leve alergia.

 Muchas veces he oído: date tiempo, es sólo cuestión de eso y al oírlo  me quedo en silencio calculando cuanto tiempo me hace falta para ti.

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