Qué no daríamos por una hora más con quien ya no está, qué no daríamos por no sentirnos ni ser los culpables de su ausencia.

Deseos

DESEO.

Cinco letras son la puerta de la ilusión, deseamos cada día, no nos planteamos lo inalcanzable de nuestros deseos porque mientras deseamos la simple idea de que puedan ocurrir nos hace felices, no necesitamos una tarta con velas ni cerrar los ojos, cada sueño es un deseo, cada ilusión esconde la loca idea de que suceda lo imposible.

Deseamos lo que queremos y lo que no, conseguir ambas cosas nos hace creer, a algunos, en la suerte, a otros, en los milagros.

 No importa como lo llamemos, mañana cerraremos los ojos (o quizás no), soplaremos las velas (tal vez no), adivinaremos la mejilla en la que tenemos la pestaña (o no), envolveremos en aire un diente de león (puede que no), lanzaremos la moneda a la fuente, incluso de espaldas si la tradición así lo dice (o no), lo escribiremos en papel para quemarlo en una hoguera (a lo mejor no), comeremos doce uvas con sus doce deseos (o no), levantaremos la cabeza hacia el cielo y desearemos en cada estrella fugaz (quizá no), depositaremos la fe en santos, ermitas y religiones (puede que no), recurriremos a cualquier tipo de receta, siguiendo cada paso escrupulosamente (o no).

 Mañana, sin importar cómo, desearemos cosas imposibles pero también algo que estará en nuestras manos y sólo nosotros podemos cumplir, creer en los deseos hace que el miedo al esfuerzo, el riesgo y la paciencia necesaria para conseguirlos desaparezca, es cuando no somos conscientes de el peligro que corremos cuando la valentía acude a nuestros pies y tras un momento de duda desistimos de correr para hacer realidad alguno de ellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario