Qué no daríamos por una hora más con quien ya no está, qué no daríamos por no sentirnos ni ser los culpables de su ausencia.

A destiempo evitas las líneas de las baldosas,
avanzas jugando al típico juego
al que juegan las típicas personas
en la típica calle de cualquier ciudad

y tú te
creías especial...

No hay comentarios:

Publicar un comentario