Qué no daríamos por una hora más con quien ya no está, qué no daríamos por no sentirnos ni ser los culpables de su ausencia.

Mire, mi pequeña Amélie usted no tiene los huesos de cristal, puede soportar los golpes de la vida.
Si deja pasar esta oportunidad con el tiempo será su corazón el que se vuelva tan seco y quebradizo como mi esqueleto así que decídase por todos los diablos.

1 comentario: