Qué no daríamos por una hora más con quien ya no está, qué no daríamos por no sentirnos ni ser los culpables de su ausencia.


Juego con mis dedos entre los recuerdos de lo que nunca fue,
vuelo con ellos a la playa en la que un día mi respiración acompañó a la tuya,
voy al encuentro de dos cuerpos transformando un lugar vulgar en un rincón extraordinario,
temblando de miedo por romper lo que nunca pude definir,
miedo a respirar
por si a las dos mantas que nos sostienen les da por conjeturar antes de tiempo.
Los ojos cerrados,
el sol en la cara
y tus lunares al descubierto,
no recuerdo cuantos llegué a contar pero me detuve en cada uno como si fuese el único.
Un par de pizzas,
unos cigarros,
un cumpleaños,
una noche para olvidar,
unas horas inolvidables,
unos vaqueros,
un par de tiendas,
algún concierto,
camisa de cuadros,
café con leche y tres de azúcar,
Hugo Boss,
The Veronicas,
Volkswagen Polo,
crema hidratante
y tus ojos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario