Qué no daríamos por una hora más con quien ya no está, qué no daríamos por no sentirnos ni ser los culpables de su ausencia.

Valentía

Lo mejor de los malos días es que tarde o temprano terminan, lo peor es que hasta que finalizan pueden llegar a empeorar hasta límites insospechados.

Lo peor de los buenos días es su temprana caducidad, lo mejor es el sentimiento de inmortalidad que te acompaña a la cama.

Lo mejor de los sueños es que no hay límites, es una anarquía literal, como la carne poco hecha o el instinto animal de lo salvaje, sin normas, leyes, remordimientos ni piedad, lo malo es que no decidimos con quien soñamos ni elegimos los sueños que se hacen realidad.

Cuando alguien te quiere lo mejor es que irremediablemente te cuida, se preocupa, te sujeta ante el abismo y sin poder evitar los problemas sobrevive contigo a ellos, te guarda las espaldas y te hace sentir acompañado aun estando lejos o sólo, lo malo es el vacío que queda cuando esto desaparece.

Lo peor del dolor es que duele, una obviedad que no recuerdas hasta que eres tú quien se retuerce, lo bueno es que buscando algo positivo al final lo encuentras y una vez la situación esta controlada la perspectiva se ayuda de la distancia para enseñarte y compensarte lo vivido.

Definitivamente todo tiene un lado bueno y uno malo y aunque lo fácil sería prescindir de este último, ahorrarnos el daño, los días grises, los desengaños y tristezas, estaríamos renunciando a las lecciones más importantes, olvidaríamos valorar cuando algo o alguien realmente bueno pasa por nuestra puerta y se detiene ante ella, es la manera que tiene la vida de pellizcarnos el culo, abofetearnos la cara, pisarnos el pie, sacudirnos el corazón o gritarnos al oído que lo bueno es fácil pero el dolor esta hecho sólo para los valientes.



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