Qué no daríamos por una hora más con quien ya no está, qué no daríamos por no sentirnos ni ser los culpables de su ausencia.

Y de nuevo, Octubre...

 Se acerca el día, dentro de poco hará seis años que te marchaste por segunda vez y ambas veces para siempre. 
  A veces, por trabajo, paso por los tres lugares que sin remedio me hablan de ti, intento pensar que estas de viaje o que aun vives donde lo hacías y aunque no te vea te levantas cada mañana para sumergirte en la monotonía. 
 No recuerdo cuándo ni por cuántos motivos me dijiste: cuando seas mayor lo entenderás pero cuanto más mayor me hago menos cosas entiendo asique me lo repito una y otra vez e intento imaginarte diciendómelo como si tu voz, sólo por el hecho de ser tuya, fuese capaz de hacerlo realidad y dar sentido a lo que no lo tiene.
 Recuerdo el momento exacto en el que por primera vez me sentí mayor, de sopetón desaparecieron mis prisas por crecer, aprendí que sumar años resta personas y quise frenar en seco, acompañar el pedal con el freno de mano pero la vida empuja con tal firmeza que convierte en inútil cualquier intento de rendición.

No tengo ni puñetera idea de medicina y sin embargo entiendo cómo paso, me lo supieron explicar quienes aun hoy no pueden responder por qué ocurrió, por qué tú, por qué nosotros, eras joven y tus hijos más aun, no debiste hacerlo, no podías marcharte, si como dicen cada uno tenemos un momento ese no era el tuyo y si lo era no era el mio.

 Te gustara saber que Marta, por segunda vez, esta en la India por trabajo, Elena se ha comprado un piso, Borja esta estudiando más que nunca, Nano enfermó y tuvimos que sacrificarlo en Mayo, yo...bueno, no hay muchas novedades desde la ultima vez que hablamos, hace poco he descubierto que corro y bailo con tacones mejor de lo que ando y este año, el día de mi cumpleaños, un amigo tuyo se acercó para hablarme de ti al reconocer tu licencia, preferí pensar que era tu regalo, aunque a decir verdad nunca llegué a saber si recordabas la fecha de nuestros nacimientos, si existiera un manual de como ser un buen padre ese debería ser el primer punto.

 Me quedaron por saber cientos de cosas sobre ti... gustos, manías, consejos...me enseñaste las lecciones más importantes de mi vida al marcharte y no hay día que no me repita que así debió ser, que no importa que no lo entienda, lo injusto que me parezca o cuanto me cabree que desaparecieras. 
 Te imagino en pie, entrando por la puerta, con las manos negras por la grasa del coche y abriendo la boca para pronunciar tus palabras: cuando seas mayor... pero en esta ocasión sé que te equivocas, que seguiré creciendo, cometeré errores, aprenderé cosas nuevas, conoceré personas, viviré días inolvidables y otros que desearé olvidar pero ninguno de todos ellos, por muy mayor que sea me ayudará a entender por qué no estás.

Sin saber con certeza si te gustaban las despedidas, suponiendo que no, saltémonos de nuevo la peor parte.

2 comentarios:

  1. Y si ellos, que seguro que nos están viendo desde algún sitio, leen lo que escribimos, sabrán que irse no sólo es duro para el que se va, sino que los que nos quedamos seguimos pensando en ellos cada día. Ya sea mañana, tarde, noche...

    Ánimo.

    ResponderEliminar
  2. Gracias corazòn, tienes toda la razòn, làstima que pensar en ellos no elimine o al menos reduzca el dolor, un besazo

    ResponderEliminar