Qué no daríamos por una hora más con quien ya no está, qué no daríamos por no sentirnos ni ser los culpables de su ausencia.

Pto. Imp. Sub.

La confusiòn agota y la clandestinidad es un buen lugar donde avandonarse junto a ti en la imaginaciòn del preterito imperfecto del subjuntivo.

Los ciegos ven, no estoy loca, hay gente que los cree diferentes por sus ojos pero con sus manos ven cosas que se les escapan a mis cinco sentidos, con las mismas que hablan los mudos o construyen los mimos el mundo, manos que una noche cualquiera se entrelazan y estremecen a escondidas.

  El tiempo llega y pasa, conviertiendo en recuerdo todo lo que toca en el preciso momento en que sucede, no elegimos lo que vivimos, vivimos lo que vamos a recordar sin decidir còmo ni cuando recordarlo. Ahì entras tù, a deshora y con alevosìa, removiendo los dìas sin ni siquiera sospecharlo ni pretenderlo pero los recuerdos son intangibles, por muchos finales alternativos que se imaginen, sòlo hay uno vàlido, el resto se reduce a: imaginaciòn, mala memorìa y cuentos.

Los cuentos me gustan, no importa quien los verbalice o escriba, me gusta pensar que por muy subreales que parezcan, en un rincòn pequeñito de la clandestinidad suceden de verdad.

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