Qué no daríamos por una hora más con quien ya no está, qué no daríamos por no sentirnos ni ser los culpables de su ausencia.

A veces te preguntas que pasaría si te dejases caer, si te permitieras un tras pies y tus manos tocaran el suelo, la mayoría de esas veces buscas algo con lo que interrumpir tu pensamiento, dudas que poseas la fuerza suficiente para ponerte en pie, sabes que no cuentas con alas y aunque quieres creer empiezas a sospechar que los ángeles no trabajan todos los días.

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