Qué no daríamos por una hora más con quien ya no está, qué no daríamos por no sentirnos ni ser los culpables de su ausencia.

Todavía veo tus besos, los tengo guardados, aun paso a mirarlos para recordarme que no son los mios, divago por ellos, los examino escrupulosamente, ignoro que busco en ellos ni que espero encontrar pero no desisto.
No dejo de preguntarme que hay al otro lado de ti, que se sentirá en tus labios y cierro los ojos y te rozo con la mano mientras tú, al otro lado, olvidas quien soy yo.

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